martes, 17 de junio de 2008

Reflexiones de la tarde

Hoy estoy en la oficina como siempre, son las 17:10 y queda ya poco para irme a mi casa, a estar lo que queda del día con los míos.

Me doy cuenta que a pesar de que esta enfermedad es una porquería, hasta ahora ha sido capaz de entregarme cosas buenas. Incluso creo que me ha dado más cosas buenas que malas...

Siento que desde que me enfermé, como que desperté a una nueva vida, donde trato de disfrutar más, donde trato de enojarme menos, de ser más alegre, de ser más relajada.

He hecho nuevos amigos, a varios de ellos no los conozco en persona, pero siento que los conozco desde hace mucho tiempo.

Los pocos amigos que he hecho durante mi vida resultaron ser precisamente eso, amigos y me aguantaron cuando no me soportaba ni yo misma. Igual mi familia, mi madre, mi esposo, mis hijos, mis tios y tias, mis primos y primas...

Cuando me enfermé pude pasar bastante tiempo en casa, con mis hijos y se que para ellos fue bueno que yo estuviera ahí.

Le empecé a tener menos miedo a la muerte y entiendo mi mortalidad como lo que es, parte de la vida.

Se que las cosas no pasan por una razón... y aunque existen muchas cosas que no podemos elegir nosotros mismos, sí podemos elegir como vivir el tiempo que se nos dio para estar en este mundo.

Muchas de estas frases me han hecho ser más feliz. Como me gustaría que todos las comprendieran, pero que las entendieran de verdad. Podrían ser felices o más felices de lo que son, preocuparse menos y ocuparse más. No tendrían que enfermarse para entenderlo.

No hay comentarios: